Insomnio

El hombre se acuesta temprano. No puede conciliar el sueno.
Los ojos en el techo. Blanco, tan blanco.

El mudo es color de tristeza.
De basillo.

No puede dormir. Nunca puede dormir.
Todo se repite, cada noche, cada vez.

Dormir, o quizas, sonar...
Es su ultimo deseo.

Le parece al final la ùnica manera de sobrevivir, de escaparse de este cotidiano angustioso, de este mundo agonisante.

Mira al reloj.
Las once de la noche.

El tiempo se parece parado, crualmente immobil.

Une noche negra, espeza, infernal.

Insomnio.

Los minutos pasan lentamente, con un sadismo horrible.
Las manillas del reloj se hunden en su piel, dolorosamente.

No puede escapar a la consciensa de su vida.
En la immensidad del basillo de su vida.

Se pone a llorar. Lacrimas de pena, de abandon.
Se siente miserable, despreciable.

La realidad de esta noche le da ganas de vomitar.
Vomitar todo lo pasivo, lo mediocre de su existencia.
Vomitar el mismo : coràzon, su vientre tenso, sus tripas, su stomago, sus ojos ciegos...

Quiere dormir.

Piense solo en eso, no puede quitarse este idea de su mente.

Dormir, dormir, dormir.

Se pone a gritar. Pega en la pared, en la blaca pared, la dura pared que le mira con ironia.
Su mano se vuelve a estar rojo, llena de sangre.

Grita otra vez.
Dormir!


Su cabeza tropieza con la pared.

El dolor le hace abrir los ojos.

Con un temor insoportable, se da cuento de que son solo la nueves de la tarde.

Tiene que dormir de nuevo.

Insomnio.